1969... tengo 13 años y estudio en un colegio de monjas -como es lógico en esa época. Hace exactamente un año que Francia tuvo "su mayo"... pues mi pueblo también:
- Mañana es el gran día...
- A ver ¿habeis guardado todo? ¿sabemos lo que hay que hacer?... que nadie se "raje" ¿estamos?
11:15 am, suena la campana de final del recreo...
- Sor Pilar que no podemos subir a clase, no nos dejan pasar
- ¡Pero qué dices!... vamos, diles que vayan subiendo si no quieren quedarse hasta las siete en el estudio...
- Pero, sor Pilar... es que han puesto cuerdas... hay más de 30 niñas amarradas a la barandilla...
- ¿Queeeeeeéééé?...
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- Hermana directora, de aquí no nos levantamos hasta que no nos autorice a cambiar los calcetines por medias -como las mayores- ¡ya tenemos 13 años!
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. Pero... ¿las va a dejar ir así?...
. ¡¡Victoria!!
2 semanas después:
- Mariluz ¿y las medias?...
- Verá, sor Pilar, es que dice mi madre que ya no me compra más -a no ser que me ponga calcetines para hacer gimnasia...
...
.¿Ve como no hacía falta castigarlas?... sus madres se han bastado solas.
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Una pequeña victoria para nosotras, un gran triunfo para una sabia mujer.
Es el año de Woodstock, un botón de muestra: Proud Mary de Creedence Clearwater Revival.
Estamos en 1957... apenas tengo 18 meses...
mi padre es sastre y el taller estaba en casa, parece por las fotografías que soy una gran bolita con otra más pequeña adosada -a modo de cabeza- y tato -mi padre- tiene la costumbre de poner sobre la mesa de cortar (enorme por cierto y alta) un gran vaso lleno a rebosar de vino blanco amontillado (de Montilla -Córdoba) que suele durarle toda la mañana.
Cuando ando revolviendo por el taller y las chicas (hay más de 10 cosiendo) no pueden conmigo tato me sube a la mesa y yo toda tranquilidad y paciencia me entretengo devanando una bobina de hilo y volviendo a liarla... todo un panorama -por lo visto...
pero, una de esas mañanas descubro que tengo sed, comprendo que "eso" que tato se lleva a los labios me calmará la sed y ni corta ni perezosa gateo hasta la otra esquina de la mesa...
- Carmela, ¿no te parece a ti que la niña anda raro? -dice a mi madre una de las chicas del taller.
- Diego ¿tú has visto a la niña?... ¿no anda raro? -dice mamá a tato.
- Va dando tumbos ¿no?... ¡uy, la escalera! ...
- ¡Diego ésta niña no está bien! ... ¡por Dios a qué huele esta niña! ...
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¡¡¡Diego ¿y el vino?!!!
Sí, efectivamente, mi primera borrachera (y la más sonada, por cierto).
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En ese año, cuando tiene 17, Paul Anka escribe y suena en la radio una bellísima canción: Diana
(aunque en España en general y mi casa en particular lo que se oye es a los grandes del flamenco, como Pepe Marchena el favorito de tato, aquí un pequeño homenaje)